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Don Feliz Trinidad nació el 18 de mayo de 1938, lo cual significa que el Don vivió 84 años. Era hijo de Doña Julia y papá Moreno,

Tuvo varios hermanos y hermanas: Fello, Nano, Víctor, Rafelo, Gerineldo, Tila y Raquel.

Estuvo casado con Diana Trinidad, quien recientemente partió al encuentro de nuestro creador. 

Juntos, Don Feliz y Doña Diana procrearon y educaron una familia ejemplar compuesta por Sonia, María, Teresa, Danny, Ana, Pachuca, Naty y Fátima.

Su dilatada existencia le permitió disfrutar del cariño de sus nietas, Leidy, Dianita, Génesis, Fátima, Melina, Arlina y Anaya, así como de sus nietos, Rafelito, Feliz, Samuel, Josué, Joel, Saúl y Roniel. Cada uno de ellos guarda hermosos recuerdos del trato personalizado que recibieron de él, como corresponde a un padre amoroso.

Don Feliz fue una figura de extraordinaria autoridad moral, tanto para su familia como para la comunidad. Siempre solidario y conciliador. 

Don Feliz dejó una huella imborrable en todos aquellos que tuvimos el privilegio de conocerlo de cerca.

Desde su infancia, el trabajo duro y honrado fue siempre su guía. Don Feliz era un hombre fiel a la palabra empeñada, por ello, prosperó en los negocios. Era una persona que generaba confianza, por eso no es extraño, que tantas personas se hayan movilizado desde lugares tan diversos, para testimoniar con su presencia que su paso por este valle de lágrimas no fue en vano, y que la vida honesta, como la suya, cosechan estos frutos.

Aquellos que conocieron de cerca a Don Feliz saben que poseía una inteligencia extraordinaria al mantenerse informado a través de los diversos programas de opinión que desde siempre veía con mucha atención, pero de manera crítica. Esto le permitió desarrollar un criterio independiente en todos los ámbitos de la vida, pero sobre todo en el religioso y el político.

Su capacidad de comprensión le permitió congeniar con nueras y nueros con intereses tan diversos, como Rafael, Gregorio, Orlando, Eulogio, Rodolfo, Nancy, Dilenia y la yova.  

Si tuviéramos que definir a este hombre extraordinario a quien hoy, con tristeza, despedimos, podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que fue un hombre exitoso, que vivió siempre de su trabajo, que creó una familia igualmente exitosa y que dejó tras de sí una extensa stella de obras de bien entre sus amigos y amigas.

Creemos que Don Feliz no merece partir en un ambiente de tristeza, porque quienes han vivido plenamente como él, van a un lugar de bienaventuranza. 

La familia puede estar tranquila, pues sabemos que Doña Diana cuidará de él en el cielo, tal y como lo hizo en la tierra.

Descansa en paz, gran hombre.

Tus familiares y amigos aquí reunidos. Te despedimos con un gran aplauso por lo mucho que nos diste. 

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