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El domingo pasado, participé en una actividad organizada por Anthony Almonte, cuyo tema central era la «condición humana». A lo largo de la actividad, se hizo referencia al cuento de Horacio Quiroga, «La gallina degollada», lo que me llevó a reflexionar sobre las características que definen nuestra humanidad. Observé a todos los presentes, que, desde perspectivas filosóficas, antropológicas, psicológica y sociológica, dicha condición no estaba presente en los personajes enajenados mentales del cuento.

Esta reflexión impulsó a Anthony a preguntar a los profesores Miguel Ángel Poueriet y Víctor Burgos acerca de qué hace a los seres humanos ser humanos. Aunque el propio Anthony se encontraba confundido, las reflexiones generadas resultaron ser bastante interesantes.

Todos coincidieron en que esta pregunta era mucho más compleja de lo que se había planteado inicialmente y que requería una reflexión más pausada y profunda. Por lo tanto, comencé tomar notas de todas las ideas y opiniones dispersas que surgían al intentar responder a esta interrogante.

Poueriet propuso definir al ser humano en base a las diferencias especificas que tenemos con otros animales, en particular con los mamíferos anteriores.

 Por ejemplo, nosotros poseemos una capacidad de pensamiento complejo que nos permite construir conceptos, juicios y razonamientos, somos la única especie, hasta ahora, que puede hacer eso.

Somos la única especie capaz de crear y creer en mitos y ficciones como la religión, el dinero, el Estado, los sistemas políticos y las distintas ideologías existentes. 

  1. c) Somos el único ser capaz de  arriesgar la vida por defender e imponer a otros los mitos  y ficciones que nosotros mismos hemos inventado.

  Esta idea estaba implícita en la pregunta anterior, en la que hablábamos de la función moral. Sin duda, los seres humanos somos los que ejercemos esta capacidad. Aunque hay pensadores que argumentan que los animales también tienen cultura, porque la cultura proviene de la comunidad y las reglas que se establecen en ella. Hay animales que siguen ciertos patrones de comportamiento y, en algunos casos, pueden ser expulsados de su grupo si no cumplen con esas normas. Sin embargo, estas reglas no se establecen a través de la razón o la reflexión, sino que son producto de patrones de comportamiento repetitivos.

 

A menos que se demuestre la existencia de una conciencia plena en los animales, hasta ahora eso no se ha comprobado. Se mencionó también que somos la única especie que crea su propia esencia mediante el uso de su libertad. Esta es una de las características que nos define como seres humanos. No nacemos con una esencia preestablecida, sino que la vamos construyendo a medida que hacemos uso de nuestra libertad, vivimos y tomamos decisiones. Así, nos forjamos como personas buenas, malas, emprendedoras o delincuentes. Estas son etiquetas sociales, pero en realidad, nuestras acciones y decisiones son las que nos definen.

La esencia del ser humano no es estática; lo que soy en este momento no necesariamente será lo mismo mañana. Con el tiempo, uno puede cambiar debido a diversos factores e ideas, pero no me he vuelto insensible, sino que me he sensibilizado a través de la educación.

Además, se mencionó que somos la única especie con la capacidad de realizar abstracciones simbólicas. Esta capacidad nos distingue de otros seres.

Posteriormente, otro participante habló del tema y destacó la diferencia entre el ser natural y el ser humano, refiriéndose al ser que ha construido culturas. Señaló que, de alguna manera, el ser humano como ser cultural impone su voluntad y restringe al ser biológico. Puso como ejemplo que si un caballo estuviera en un establo y sintiera la necesidad de orinar, simplemente lo haría. Sin embargo, un joven o un profesor en un aula podría retener esa necesidad y posponerla hasta llegar al baño, que es un espacio que la cultura ha diseñado para satisfacer esa necesidad.

Aunque podríamos considerar todas las diferencias específicas mencionadas por los profesores para definir lo que es humano, debemos tener en cuenta otras realidades que pertenecen al ámbito de la ficción. Por ejemplo, ¿qué pasaría si se crea un ser nuevo con capacidad de aprendizaje, capacidad de crear mitos, capacidad de abstracción simbólica, sentimientos y pasiones? En resumen, ¿qué sucedería si la inteligencia artificial logra emular la realidad humana?

No estoy afirmando que esto sea la realidad humana, pero es interesante considerar estas posibilidades hipotéticas. Si la inteligencia artificial llega a tener conciencia de sí misma y puede crear mitos, funciones e ilusiones, ¿cómo afectaría esto nuestra comprensión de lo que significa ser humano?

Por supuesto, las máquinas actuales operan en base a algoritmos, que son conjuntos de instrucciones que determinan cómo deben reaccionar y crear variables. Sin embargo, hay inteligencias artificiales que pueden aprender por sí mismas. Aunque es posible que esto se quede en el ámbito de la ficción y el cine, no podemos descartar esta posibilidad por completo.

En ese caso, ¿qué nos diferenciaría de una inteligencia artificial que logra emular la conciencia humana? La discusión sobre lo que define a los seres humanos podría volverse aún más compleja si consideramos estas posibilidades.

Si se lograra crear una máquina capaz de hacer todo lo que hemos mencionado que nos define como humanos, ¿eso la haría humana? Es una pregunta abierta e interesante. Algunos podrían argumentar que la falta de carne y hueso sería una diferencia fundamental, pero ¿es eso realmente lo que nos define como seres humanos?

También podemos considerar cómo nuestra percepción de lo que es humano puede cambiar rápidamente en situaciones extremas, como en un mundo distópico donde los zombis se apoderan del planeta. ¿Qué hace que nuestra visión de nuestros seres queridos cambie tan drásticamente cuando se convierten en zombis? A menudo, no entendemos cómo alguien puede dejar de sentir amor por un ser querido, incluso cuando este se ha convertido en un peligro.

En estas situaciones ficticias, aquellos que están fuera de la situación saben las reglas, pero en la realidad, ¿podríamos actuar de manera tan pragmática y desapegada de nuestros sentimientos? ¿Es posible separarnos tan rápidamente de nuestras emociones y actuar únicamente en función de la supervivencia?

Estas reflexiones plantean preguntas adicionales sobre lo que realmente nos define como humanos y cómo nuestras percepciones y acciones pueden verse influenciadas por situaciones extremas. En última instancia, la definición de lo que es ser humano es compleja y multifacética, y puede ser difícil de precisar incluso en situaciones hipotéticas o de ciencia ficción.

Esto es interesante. Siempre me pregunto qué es lo que le quita la humanidad a ciertos personajes, como los zombis. En este caso, podríamos decir que han perdido la capacidad de pensar, una de las cualidades esenciales del ser humano, y han quedado reducidos a instintos básicos.

Esto nos lleva a preguntarnos si debemos aplicar el mismo criterio a personajes como los niños de «La gallina degollada» de Horacio Quiroga. En ellos ha desaparecido todo lo que aporta la cultura a la construcción del ser humano. Los niños, según la ficción del cuento, tienen el cerebro «fundido». Cada creador o artista, al escribir o crear una obra de ficción, establece un mundo y sus propias reglas. Entonces, si en el caso de los zombis podemos defendernos de ellos sin remordimientos porque son peligrosos y no razonan, ¿podríamos hacer lo mismo con los niños de «La gallina degollada», quienes también carecen de razón y son peligrosos, como se ve al final del cuento?

Otro caso que debemos considerar es el de los vampiros y hombres lobos. Según la ficción, el vampiro es un ser humano que ha sido transformado y, por influencias maléficas, vuelve a la vida. Este punto es muy interesante porque el vampiro regresa a la vida con su capacidad cognitiva intacta e incluso, en muchas ocasiones, aumentada. Entonces, si el vampiro conserva su capacidad cognitiva e incluso la tiene mejorada, ¿qué es lo que le quita su humanidad?

Bueno, muchos podrían decir que el vampiro piensa y razona bastante bien, pero entonces, ¿qué le quita su humanidad? Algunos argumentarían que es su naturaleza salvaje, viviendo y alimentándose de la sangre de los demás.

La falta de moral podría ser lo que le quita la cualidad humana. Hay historias en las que el vampiro es malvado, pero también hay otras en las que no se alimentan de humanos, sino que buscan métodos alternativos. Incluso llegan a formar sociedades paralelas que viven en la noche.

Un ejemplo interesante es la saga de películas «Blade», en la que existen diferentes tipos de vampiros, incluyendo aquellos que luchan junto a los humanos. Entonces, lo que le falta al vampiro para ser considerado humano es difícil de determinar. Tal vez, simplemente debemos dejar que los avances en la comprensión de la humanidad nos den las respuestas en el futuro.

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